domingo, 19 de diciembre de 2010

Injerto de albérchigo...

Cada vez me parezco más a la persona que quisiera ser. Cada vez soy más consciente de lo aletargada que he estado tiempo atrás, de cómo me conformaba con las migajas que me dejaba la vida. No sabéis cuanto me agradezco esta pequeña rebelión que estoy llevando a cabo. Ya no me acordaba de lo fácil que me resulta ser feliz: el secreto siempre ha sido mantenerme fiel a mi misma, no existe otra manera.

Me siento un raro y bello animal. Y no lo digo porque piense que esté buenísima… sigo teniendo espejos y sigo siendo consciente de mis lorzas y demás complejillos físicos… no es eso… mi belleza radica en mi corazón, que late hermoso, fuerte y sano, y que aún así, luce las cicatrices, orgulloso de la sabiduría que le otorga el tedioso paso del tiempo vivido.

Estoy disfrutando de una libertad única y visceral que comparto con quien solo yo decido. No existe la mordaza de la posesión, ni el deseo de manipular otras mentes, y es por eso que disfruto tanto de una simple conversación, de una sonrisa, del viaje extraordinario que supone el hecho simple de dejarse llevar…

Disfruto de mi impaciencia infantil. Me sonrío por dentro cuando me descubro deseando que ocurran milagros. Disfruto de mi madurez renovada, cuando consigo obligarme a mantener los pies hundidos en la madre tierra, mientras sujeto a manos llenas, miles de globos de colores que insisten en escapar al cielo.
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4 comentarios:

Maeve dijo...

Los 38 son así.

Y qué buenos los albérchigos!

Anónimo dijo...

Ole tu!!! Con to tus cosas Canalla, eres una persona muy especial y ya era hora que te dieras cuenta de lo muchisimo que vales y sobre todo, como eres por dentro. No cambies nunca.
Una amiga que te siempre te querra pase lo que pase

elbucaro dijo...

Es fundamental ese descubrimiento que has hecho de ser fiel a sí misma, que lo mantengas sin descanso. Un besote.

Comenta dijo...

Que gusto oir algo positivo como lo de quererte por como eres por dentro, es la mejor manera de que también te veas valorada por los demás casi sin darte cuenta, porque la belleza interior se va transmitiendo poco a poco hacia afuera pero para ello tiene que valorarse primeramente uno mismo.

No veas que alegría me da que te valores no por tu belleza física si no por la de tu interior, cada vez hay menos gente que es capaz de conseguirlo.