lunes, 20 de diciembre de 2010

Teoría de la conspiración I: Paradoja de la realidad ficticia...

"Si tomas la pastilla azul la historia termina. Despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creer. Si tomas la pastilla roja estarás en el País de las Maravillas y te enseñaré cómo de profunda es la madriguera del conejo. Recuerda que todo lo que te estoy ofreciendo es la verdad. Nada más." (Morfeo en Matrix)

A veces tengo la sensación de vivir en un mundo irreal, como en “El show de Truman” o en “Matrix”, según el grado de frikismo que quieras tener… El mundo me parece muy sospechoso… es como si yo fuera el juguete de algún ser (bastante cabroncete, todo hay que decirlo) ubicado en otra dimensión, una dimensión imposible de entender para nosotros. Soy como un sofisticado tamagochi con el que este ser mata el aburrimiento. Creo que no soy su juguete preferido porque no me lo pone precisamente fácil, no me ha dado un descapotable y un novio metrosexual como a la Barbie Malibú… se ve que lo que le gusta es soltarme dentro de laberintos y ver como me busco las habichuelas para salir, soy un ratoncillo en un laboratorio calculado al milímetro.

Me da por pensar todo esto porque a veces veo fallos, pequeños descuidos, imperfecciones delatoras… no es que caiga un foco del cielo con una etiqueta que diga “simulador de estrellas marca ACME”, no… son pequeñas minucias apenas imperceptibles y hay que estar muy atento para percibirlas. A veces alguna cosa sin importancia cambia de sitio o hay pequeñísimos lapsos de tiempo que se pierden… son detalles tan insignificantes que a penas merecen nuestro interés.
Pero si decides revelarte y prestar atención… tener los ojos bien abiertos… empiezas a ver no solo esos pequeños fallos del “sistema”, sino otras incongruencias mucho más alarmantes… Empiezas a ver fallos en el “decorado”, luego notas pequeños saltos en el tiempo... nunca te ha pasado que supuestamente has dormido tus ocho horas y te levantas como si acabaras de acostarte?, qué hay de esa anécdota que todo el mundo te asegura haber vivido y a ti te deja completamente en blanco?... cuando por fin empiezas a ver “más allá”, cuando alcanzas cierto nivel de consciencia de la “nueva realidad”, entonces das un paso más y empiezas a observar a la gente. Y es ahí cuando todo se hace muchísimo más evidente, los fallos son más difíciles de ocultar.
A mí siempre me ha costado mucho aceptar que éste o aquel individuo pudieran llegar a ser tan sumamente gilipollas, no podía entenderlo, por qué una persona con mi mismo material genético puede ser capaz de actuar de una manera tan ilógica o destructiva… la única explicación es que no son humanos. No son seres completos, solo son atrezo y están diseñados para seguir un patrón establecido, solo sirven para el juego retorcido por el que fueron creados.

Afortunadamente no estoy sola. Después de años de observación y estudio constante de todo lo que me rodea, he aprendido a diferenciar a los que son como yo. Incluso hemos formado una especie de grupo en Internet, tenemos un foro supersecreto donde compartimos nuestras inquietudes similares. Es muy difícil encontrar a gente real, porque los no humanos van evolucionando al tiempo que mis progresos, pero yo siempre voy un paso por delante, mi condición humana me hace impredecible.

Si tu eres real como yo, seguramente todo esto, de alguna manera, ya habrá pasado por tu cabeza, te habrás hecho preguntas… e incluso ya habrás visto alguna fisura del sistema, algún error… quizás ya estés despertando.
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7 comentarios:

cangrejero dijo...

Yo creo que los fallos del sistema no son realmente fallos, sino detalles colocados de forma precisa para ponernos a prueba y mejorar nuestras aptitudes en el juego.

Si el mundo fuera un lugar perfecto, tal vez seríamos más felices, o tal vez todo nos parecería demasiado inverosímil, y nos pasaríamos la vida pensando en lo absurda que puede ser nuestra existencia.

No quiero ponerme metafísico, pero pienso que, del mismo modo que no se puede entender la materia sin entender el vacío, o el concepto del bien sin el mal, hace falta vivir en un sistema lleno de fallos o imperfecciones para poder entender el significado de la perfección que, en realidad, no existe.

De todos modos, los tontos son felices porque no saben lo tontos que son. Quienes somos capaces de detectar los fallos del sistema no somos tan felices porque sabemos que no somos tontos. Y quizá sea mejor no despertar nunca, sino vivir siempre en la inopia, o hacerse el tonto de vez en cuando, para intentar ser más felices, convirtiéndonos poco a poco en otro fallo del sistema.

Troll dijo...

como siga dandole al vino de garrafon desa manera te va kea majara der to!!!!!

elbucaro dijo...

Me darás la dirección de ese foro supersecreto? Besitos.

Unknown dijo...

Qué ilusión un troll!!, veis?, el sistema se ha dado cuenta de que aquí faltaba algo y me ha puesto un troll!!

Cangrejero, me gusta tu visión..

Bucaro, si te doy la dirección me banean!, es supersecretísimo, pero no hacemos nada malo, solo conspirar para dominar el mundo...

cangrejero dijo...

Cada uno puede crearse su propio foro supersecreto. Y es posible que ya existan más foros de lo que pensamos. A mí me basta con saber eso, para no sentirme tan sólo dentro de mi pequeño círculo personal.

De todos modos, abogo por la opinión del Troll. La búsqueda de la perfección no da la felicidad, sino que nos hace cada vez más exigentes con nosotros mismos y quienes nos rodean. La perfección absoluta no existe y, por ende, la felicidad absolutamente perfecta tampoco.

Para cada uno de nosotros, la persona más importante del Universo es cada uno de nosotros mismos. La vida de cada uno es lo más valioso para cada uno. Por eso, todos somos un poco narcisistas, y nos gusta pensar que cada uno de nosotros es el elegido, el centro de su propio Universo. Pero nadie es feliz aunque se sienta el centro de todo.

La felicidad absoluta es algo efímero, que se desvanece casi al instante de aparecer. Sólo gracias a los interminables intervalos de aburrimiento o infelicidad podemos apreciar los brevísimos lapsos que nos parecen absolutamente felices.

La mejor elección es, a mi modesto entender, aprender a enamorarse de las imperfecciones o fallos del sistema. Las podemos encontrar por todas partes (teniendo convenientemente entrenados nuestros sentidos) y, gracias a ellas, cada ser vivo u objeto inerte es especial, inconfundiblemente distinto del resto.

Si fuéramos inmortales, perfectos, tal vez valdría la pena emprender la búsqueda de la perfección absoluta. Pero somos mortales, imperfectos, y, para el tiempo que vamos a vivir, creo sinceramente que no vale la pena comerse demasiado la olla.

f. dijo...

Por mucho que me intentes liar, no cuela, se que eres una de ellos...

Unknown dijo...

tssssss!!, mechachis!!